Poco podemos decir de la que llaman "La diosa del baile" parece que no pasan los años por ella, su figura sigue siendo esbelta, juncal y sobre todo, flamenca, la más flamenca de todas.
Comenzó por tangos que bailó con el cante de Manuel Tañé y Enrique "El Extremeño" con las guitarras de Pedro Sierra y la joven promesa del toque jerezano Marcos de Silvia. También el violín de Samuel Cortés, la percusión de José Carrasco y el cante y palmas de Samara Amador, hijos de Manuela. Esta última brilló por bulerías que nos recordaron mucho a su tia "La Susi" pero la que se parece más a Encarnación Santiago es la bailaora Manuela Carrasco hija que es presentada como continuadora de la saga. Bailó por alegrías y habrá que verla bailar por Soleá pues llevando la sangre de su madre del baile también tendrá algo.La ausencia principal fue la de Joaquín Amador que nos dejó hace relativamente poco y siempre lo tendrán presente, su familia igual que los aficionados a la sonanta.
Volvió a brillar Manuela en el Teatro Alhambra con esos brazos al cielo y con esa figura flamenca, difícilmente nacerá otra estrella igual
en este firmamento flamenco y de la danza.
Por siempre y para siempre, Manuela. Como a los buenos toreros y a los grandes artistas le costará trabajo retirarse del todo.
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